lunes, 24 de septiembre de 2012

La peor noche del campamento

Tras la fatigosa marcha bajo la lluvia, y ya en el campamento, nos duchamos y nos pusimos la ropa de manga larga. Allí cuando se pone el sol, hace muchísimo frío. Y ese día no iba a ser una excepción. A las nueve, el frío al que ya estábamos acostumbrados llegó rápidamente. Lo normal era que el saco nos protegiera del frío, pero por desgracia, el mío y el de dos amigos estaban mojados y teníamos una manta par los tres. Evidentemente, dormimos fatal porque la manta apenas nos cubría los hombros. Yo tenía mi empapado saco bajo mi aislante, para que se secara antes al dormir yo encima. Mis compañeros de manta, milagrosamente, habían conseguido dormirse, y yo era la única que seguía despierta y tiritando de frío.

Entonces, oí cómo se levantaban los que tenían saco para ir al baño. Iban a rellenarlas cantimploras. En cuanto cerraron la cremallera de la tienda, los desperté y abrimos los dos sacos encima nuestra, de forma que estábamos muy cómodos.
Por nosotros, habríamos pasado así toda la noche, pero cuando los compañeros volvieron, reclamaron sus sacos.

Aquello no podía ser, o todos dormíamos bien, o todos mal. Así que buscamos una solución (todo esto a las 3 y media de la mañana) para que todo pudiéramos descansar hasta las ocho. Si habríamos los dos sacos, los de las esquinas no tenían nada tapándoles.Claro, buscando soluciones, levantamos la voz y una responsable vino a llamarnos la atención. Tras explicárselo amablemente, nos dio la misma solución a la que llevábamos dando vueltas toda la noche: salir a  ponernos más ropa. Pero todos sabíamos de sobra que la ropa estaría en el fondo de la mochila y sin luz iba a resultar imposible, por lo que salir iba a ser una pérdida de tiempo. La responsable se fue y nos dejó allí, tratando de hallar una solución.

Yo estaba cansada, y tenía frío.
-Yo voy a coger mi saco, y si está húmedo, que se seque con mi calor, yo paso de seguir así -les dije cogiéndolo de debajo mía.
-Entonces -dijo una que no tenía saco- podemos compartir saco dos y dos. Así lo hicieron. Yo en medio, y dos y dos a mis lados. Cierto que mi saco no estaba del todo seco, pero era mil veces mejor a la manta compartida.
A la mañana siguiente, teníamos una marcadas ojeras que delataban la pésima noche que habíamos pasado. Sin duda, la peor noche del campamento.

ANA!! =P

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