jueves, 20 de septiembre de 2012

La carta Ranger.

Estaba nerviosa, me temblaban las manos y no paraba de ponerme bien la camisa.
Los últimos lobatos estaban siendo manteados y nos disponíamos a movernos hacia la ROCA, el lugar de la Carta Ranger. Ponía infinito cuidado en no doblar los dos folios que tan importantes eran para mí. Miré mi pañoleta vacía. Mi padrino me las guardaba para impedir que se enganchara o algo por el estilo. Entonces, mientras caminaba siguiendo a mi compañero, me quité la cruz que llevaba en el cuello, que mi padrino me había regalado para que me acompañara, y e la metí en el bolsillo izquierdo, a la altura del corazón.

Antes de que pudiera darme cuenta, estaba en círculo, escuchando la carta de uno de mis compañeros. Íbamos a hacerla 3 y yo iba la segunda.
Mi compañero leía despacio, con su pañotela sobre el cofre que custodia la piedra ranger, que se parte al final de la ceremonia y se entrega a quienes la han realizado. El chico terminó y pasó por todo el círculo estrechando la manos a cada responsable. "Felicidades" Le susurré cuando pasó junto a mi.
-Ahora va a proceder a hacer la carta Ranger la segunda."
Volví a ponerme bien la camisa y me acerqué al centro del círculo.

Mi padrino, un pionero de tercer año, se acercó y me quitó la pañoleta con una leve sonrisa. La colocó sobre el cofre, y me hizo una señal para que comenzara a leer. Me sabía bastante de memoria, por lo que podía mirar de vez en cuando a los responsables que sonreían animándome.

Dije por qué quería hacer la carta Ranger, quién era, dónde me encontraba... y empecé a explicar los compromiso que hacía conmigo misma, y con los demás. Hice una pausa antes de llegar a los compromisos con Dios. Entonces, no existía presión que no me dejara seguir, no existían los ojos que me miraban, los oídos que me escuchaban. Sólo yo, la carta, la pañoleta y mi padrino. Al terminar, se me quebró la voz. Estreché la mano a mi padrino y le abracé sonriendo, feliz con lo que acababa de ocurrir. Entonces me hicieron un triple huyá mientras estrechaba las manos a los responsables. "Una carta preciosa" "Buen trabajo" "Felicidades" me susurraban cuando pasaba, Al llegar a la zona de los rangers, a mi sitio, sonreí de corazón.

¿En qué he cambiado escribiendo la carta? Me preguntó mi padrino tiempo después, a lo que contesté:
"Pues... Que todos la momentos que había malgastado compadediéndome de mi misma habían sido momentos para recordarme que querer es poder, que saber problema de alguien no ayuda si no intento ayudarlo, que hay que apreciar cada minuto de vida porque minuto vivido, no vuelve a ocurrir. Que todas las experiencia sirven para aprender a ser mejor persona, mejor creyente, mejor scout... Y que el rencor es una pérdida de tiempo que nos hace sentir inferiores y pequeños cuándo podemos sonreír. Por ultimo, que cada intento fallido es una caída y hay que levantarse. Vi claro que todos los momentos que pasaba triste no tenían sentido, que todas las personas que había odiado alguna vez debían ser perdonadas, y sonreírles deseen o no mi felicidad. Comprendí que a veces por inclinada que sea la montaña, se puede escalar con un poco de empeño, y sobre todo, que Dios siempre perdona y está a nuestro lado. Y además (y esto lo hablamos los rangers el último día) que los problemas que surgen entre scouts tienen que dejar de existir, que vamos a estar juntos muchos, mucho años. Algunos tomarán más conciencia de esto y otros menos. Pero antes de intentar que ellos mejores, tengo que mejorar yo, tengo que ser solidaria, tengo que comprender, y aprender. Tengo que aprender mucho todavía."


AnItA, recordando aquella tarde =)

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